martes, 14 de agosto de 2012
Valdefuentes - CÁCERES
El pueblo actual, que creció desordenadamente en torno a las piedras de sus monumentos, guarda aún parte de ese aire añejo que irradian los mismos, contenido en sus calles angostas, salpicadas de placitas y casas solariegas de zaguán y bóveda cruzada, en las que se cura el queso,... la cecina. Aire que huele a humo y orégano en la matanza, a aceituna machá, al campo que se abre más allá de las fachadas encaladas perdiéndose entre olivares y encinas hasta confundirse en el horizonte, desde donde llegaron los pasos de sus primitivos fundadores en busca del "vallis fontium", aquel humilde riachuelo que desde entonces permanece unido a la historia de Valdefuentes.