jueves, 17 de mayo de 2012
JACA - Pirineo Aragonés
JACA es una ciudad con una historia muy dilatada, desde varios siglos antes de Cristo ha ido forjando su identidad. Paso fronterizo, fortaleza militar, aldea de agricultores, sublevamientos militares, residencia real, todo ello se ha ido dando en Jaca hasta nuestros días.
Los orígenes de la ciudad de Jaca se remontan a unos 10 siglos antes de Cristo, cuando según reza en todos los escritos, los jacetanos se asentaron en estas tierras, una cultura dedicada a la ganadería y a la agricultura. Esta presencia ha sido confirmada por las diferentes excavaciones arqueológicas encontradas en la zona, un asentamiento que estuvo hasta el siglo II a.C, cuando llegaron los romanos. Con los romanos, pronto comienzan a realizarse vías de comunicación, y la ciudad comienza a crecer y a construirse como tal, una prosperidad que llegó hasta el Siglo III de nuestra era, época en la que los saqueos en los valles y caminos contiguos a Jaca hicieron que nadie se acercara a la ciudad, quedándose cada vez más despoblada por la influencia de los bandoleros, una situación que desemboca en el abandono de la ciudad, y el deterioro de sus muros. Este abandono de la ciudad tiene lugar entre el siglo V aproximadamente y el X, cinco siglos en los que Jaca pasa sin pena ni gloria por la historia. En el año 935, el conde aragonés Galindo Aznárez construyó el Monasterio de San Pedro de Jaca, y hasta él se acercaron a vivir los monjes de San Pedro de Sirena. Jaca volvía a respirar, volvía a la vida.
En el siglo XI Jaca vuelve a cobrar importancia sobretodo en la agricultura y la ganadería, el pueblo vuelve a sus orígenes auspiciado por la Corona de Aragón, una relación que tiene su momento histórico cuando el Rey Sancho IV la convierte en ciudad en el siglo XI. Jaca se convierte además en la residencia de los monarcas, así como en un punto clave en el Camino de Santiago.
A finales del siglo XIV Jaca vuelve a sufrir otro revés con los incendios y la peste, pero Jaca ya tiene vida propia como ciudad, importancia, y es por ello que Fernando el Católico inicia rapidamente la restauración de la ciudad y de su Gobierno local. Jaca era una ciudad muy valiosa para defenderse de invasiones extranjeras para no estar pendiente de ella. Felipe V, a esta plaza militar le concede el distintivo de "Muy Noble, Muy Leal y Muy Vencedora tras repeler con éxito invasiones que llegaban por los Pirineos, como austriacos, franceses. Hay que destacar que en 1705 fue la única ciudad que mantuvo su apoyo al Rey Felipe. Un momento histórico vivido fue la sublevación de 1868 de Jaca.
Ya en el siglo XX tenemos lo que conocemos como el gran ensanche de la ciudad, el momento de su expansión, el derribo de las murallas medievales en 1914 fue el primer paso, el Plan Urbanístico de Lamolla.
En 1930, la historia vuelve a señalar a Jaca, la sublevación republicana tiene lugar en ese año, una sublevación que termina con la condena a muerte de los sublevados.
Con el paso de los años, Jaca va disfrutando de su crecimiento, y poniendo los cimientos de la ciudad que conocemos hoy en día, el Festival Folklórico de los Pirineos, que se celebra a día de hoy, y se creó en 1945.
La segunda mitad del siglo XX es la del despegue definitivo de Jaca. Con el paso de los años, su economía se ha ido tornando de ser predominantemente agrícola y ganadera a ser eminentemente turística. La Estación de Ferrocarril de Canfranc es la piedra angular de ese desarrollo, ya que las infraestructuras han propiciado que esta ciudad crezca hasta nuestros días, y que el turismo se asiente en el lugar. Las estaciones de esquí de Astún y Candanchú así lo han propiciado.